Calcografía

La calcografía se refería originalmente al grabado en planchas de cobre, pero en la actualidad se utiliza para referirse de forma más general al grabado en metal. El término también hace referencia a la ubicación de las planchas grabadas. En Francia, se produjeron muchas calcografías a petición del rey durante los siglos XVI y XVII, en las que se representaban retazos de la vida en la Corte. La Chalcographie du Louvre se creó en 1797, y durante varios siglos imprimió estampas de la colección de planchas grabadas adquiridas durante los años anteriores.

 

La plancha de metal se graba para retener la tinta para la impresión. Esto se conoce como grabado calcográfico. Utilizando herramientas como la punta seca o el buril, se marca la matriz (plancha) según el diseño deseado.

La plancha puede cortarse directa o indirectamente, utilizando un ácido llamado mordiente, en el que se sumerge la plancha para crear incisiones. Este es el proceso utilizado en el grabado. Las muescas de la plancha reciben una cantidad diferente de tinta en función de su profundidad, lo que influye en la opacidad de la impresión final.

La calcografía engloba, por tanto, una serie de técnicas que pueden producir resultados muy diversos. Algunas técnicas, como el aguafuerte y el buril, son más populares que otras y se benefician de una cierta imagen forjada por los grandes nombres de la cultura francesa: Baudelaire dedica un capítulo al aguafuerte en sus Curiosités Esthétiques.

Selección de calcografías de la Galería Arenthon

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