Aguatinta

La aguatinta es un procedimiento de grabado que se popularizó durante el siglo XVIII, sobre todo en Inglaterra, donde se expusieron las primeras aguatintas en 1772. En aquella época se utilizaba para representar paisajes, pero fue con las obras de Goya cuando la técnica cobró un nuevo impulso: el maestro español la empleó para su famosa serie Los Caprichos o Los Desastres de la Guerra.

La técnica perdió popularidad en el transcurso del siglo XIX, pero acabó siendo reutilizada por artistas franceses del fin de siglo como Manet, Degas y Pissaro. Este resurgimiento en la década de 1890 volvió a poner el aguatinta en el mapa, y fue utilizada por muchos artistas a lo largo del siglo XX.

El aguatinta es un proceso de grabado que utiliza ácido corrosivo. La plancha se recubre con polvo (compuesto de resina y betún), cuyos granos son resistentes al ácido. La plancha se prepara, es decir, se lima, se decapa y se desengrasa. A continuación, se cubre con una capa de resina para retener la solución aplicada posteriormente.

La plancha se cubre con la solución utilizando un pincel. Las zonas cubiertas se someterán a la mordedura del ácido, para retener la tinta y producir la imagen. La solución debe secarse durante unos minutos antes de continuar. La plancha se recubre con barniz. Se pueden hacer retoques hasta que la capa de barniz sea uniforme.

Una vez seco el barniz, la plancha se sumerge en agua caliente, que derretirá la solución utilizada al principio del proceso, eliminando el barniz de algunas zonas. Una vez disipada toda la solución, se saca la plancha del agua y se sumerge en ácido (el aguafuerte). La mordida suele ser rápida, y la plancha puede retirarse regularmente para retocarla con barniz. Estas operaciones de retoque le permitirán cubrir ciertas zonas que ya no desee morder. La plancha se limpia de las distintas capas de producto aplicadas anteriormente y, a continuación, se coloca en una plancha caliente para la impresión.